Si te dedicas al diseño o alguna vez has hecho uso de alguna imprenta online es más que probable que conozcas lo que significan las siglas CMYK y lo que representan. La mayoría de imprentas utilizan este modo de color en sus máquinas y de ahí la importancia de que sepas bien de qué se trata antes de enviar un documento a imprimir.
¿Qué significa CMYK?
Empezaremos primero por explicar un modelo mucho más conocido, el RGB. RGB son las siglas en inglés de Rojo (Red), Verde (Green) y Azul (Blue), que son los colores primarios que, mezclando diferentes cantidades de cada uno de ellos, dan lugar al resto de colores del espectro. La mezcla de estos tres colores da lugar al blanco. Se le denomina modo de color aditivo porque, al estar destinado al uso digital, las fuentes de color son luminosas (pantallas, proyectores, leds,…).
Por el contrario el modo CMYK está destinado a la impresión, es decir, a crear colores en el mundo real jugando con la luz que absorbe y refleja cada superficie. Como estudiamos en el colegio, nuestros ojos pueden apreciar el color porque un objeto iluminado absorbe todo el espectro de color excepto un determinado rango. Es decir, un coche azul absorbe toda la luz excepto los rayos azules que son reflejados y captados por nuestros ojos. Los objetos blancos reflejan toda la luz (recordad aquello de que las casas se suelen pintar blancas en lugares calurosos) y los negros la absorben completamente (por eso los coches negros se calientan más cuando pasan un rato bajo el sol).
CMYK es el acrónimo de Cián, Magenta, Amarillo (Yellow) y Negro (blacK). Es, por lo tanto, un modo de color sustractivo, ya que los colores se forman reflejando determinandas longitudes de onda procedentes de una luz externa. La suma de todos los colores da lugar al color negro, toda la luz es absobida.
¿Por qué es importante enviar los documentos a imprimir en CMYK?
Como hemos dicho, la mayoría (por no decir todas) las imprentas utilizan el modo CMYK en sus máquinas. Si enviamos un archivo en RGB la conversión se realizará automáticamente, sin supervisión alguna, lo que conlleva pérdida de luminosidad, virajes de color o tonos menos brillantes. Es posible que en el caso de folletos o carteles esos cambios no afecten mucho al resultado final, pero si queremos imprimir catálogos o fotografías, nos arriesgamos a que esa conversión automática arruine nuestro trabajo. Algunas imprentas online sí que revisan todos los archivos previamente pero al final la responsabilidad de enviar el archivo en CMYK correctamente calibrado recae en nosotros (ellos no conocen los colores reales de nuestro diseño o fotografía).
¿Cuál es la solución?
Para diseños e imágenes en RAW, lo ideal sería trabajar desde el principio con programas que acepten el modelo CMYK (por ejemplo, Adobe Photoshop, Illustrator,..). De esta manera no habrá duda en que los colores que finalmente obtengamos en impresión serán los mismos que tenemos en pantallas.
Si partimos de una imagen en JPG la cosa se complica un poco. Lo primero sería abrir la imagen en Photoshop (u otro programa de edición que permita cambiar modos), clicar en el menú «Imagen», «Modo» y seleccionar «Color CMYK». Podemos contentarnos con el resultado obtenido o, lo recomendable, retocar los ajustes de brillo y color de la imagen para intentar que se parezca los más posible a la original.